¿Qué preocupa a los jóvenes que sueñan con ser científicos?
Por Pablo Astudillo, miembro de Más Ciencia y autor del “Manifiesto por la ciencia. Un nuevo relato para la ciencia en Chile”
Hace unos días tuve la suerte de participar en dos actividades organizadas por la Asociación Nacional de Estudiantes de Bioquímica (ANEB), en el marco de su reunión anual, celebrada este año en Antofagasta.
La primera de las actividades consistió en un foro en el que se discutió la eventual creación de la nueva institucionalidad para la ciencia. En esta actividad, en la cual además participó el Dr. Alexis Kalergis—académico de la Universidad Católica, y director del Instituto Milenio de Inmunología e Inmunoterapia—tuvimos la oportunidad de conversar con los estudiantes de Bioquímica respecto al significado e implicancias de la creación de la nueva institucionalidad, así como de los desafíos que ésta enfrentará. La ronda de preguntas estuvo muy interesante, y en lo personal me alegra el hecho de que los estudiantes logren mirar más allá de la sola estructura, preguntándose sobre las ideologías y motivaciones detrás del fomento a la ciencia en Chile. En la segunda actividad (“Café con un doc”), tuve además la oportunidad de conversar en mayor profundidad con un grupo de estudiantes, en general en su último año de la carrera.
Tras estas actividades, pude apreciar que los jóvenes tienen inquietudes bastante concretas, centradas en tres temas: la voluntad de querer hacer “un aporte tangible” (en palabras de una de las estudiantes) a nuestro país; la evidente preocupación por su incierto futuro laboral; y la forma en que hoy se desarrolla la investigación en la academia. Muchos de los estudiantes en la actividad eran tesistas o realizaban memorias de investigación, y tenían ciertas inquietudes respecto a la forma en que la ciencia se lleva a cabo en las universidades y el sector privado, en cómo un investigador joven puede desarrollarse profesionalmente en un ambiente tan competitivo, o incluso en el apoyo que reciben de sus profesores y profesoras guía.
Por otro lado, pude comprobar que nuestras universidades, en términos generales, están haciendo una labor aún insuficiente en comunicar a los estudiantes la diversidad de formas en que la ciencia puede hacer un “aporte tangible”, quedando la sensación de que esto solo se puede hacer desde el sector privado o a través de investigaciones con claro énfasis aplicado. Esto ha llevado también a una preocupación que seguramente es más característica de disciplinas de las ciencias biológicas: la sensación de que no existen suficientes oportunidades para los científicos en el sector privado. En este sentido, sería muy bueno que las autoridades de gobierno den una mayor difusión de las iniciativas para el emprendimiento científico y la innovación en regiones. Solemos tener muchas actividades en Santiago, algunas de ellas organizadas también por diversas agrupaciones, pero la impresión que queda tras escuchar los testimonios de estudiantes de regiones es que no ocurre lo mismo en sus respectivas ciudades.
La organización de actividades como las de la ANEB son muy valiosas no sólo para dar a conocer a los estudiantes las distintas líneas de investigación existentes en el país en esta disciplina, sino que también para escuchar sus inquietudes, e intentar hacer algo al respecto. La preocupación laboral, en particular, es un tema de la mayor relevancia, y que no está siendo suficientemente abordado a nivel público. Es de esperar que la futura institucionalidad, en caso de concretarse, acoja este tema como una de sus prioridades. De lo contrario, seguiremos dilapidando una valiosa oportunidad de incorporar a las nuevas generaciones de investigadores a nuestra ciencia.
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